EL DESAMOR
II.
Aunque el desamor nos toque como a un espejo que se rompe,
donde
que señalan otra
sabiduría de una puesta de sol, a
Mas, no siempre los pájaros vienen a nuestra ventana.
Tampoco el poema
de saber, que a conciencia ya no podemos
en la calidez añorada de ciertas cercanías, nos hace taciturnos.
A
bienvenidos al lamento la
III.
Al parecer la vista quiebra hacia otras latitudes y quizás
se concentre en
de encima la doble sombra, el
de que el río abrazará siempre profundo su
No pretendo con esta retórica sobre el desamor saber de
pasados ni de
aunque duela, la armonía
Esto ayuda a resurgir para nuevas y necesarias
Tampoco se anhela aquí explicar nada. No se piensa lo que se
siente. Y sólo se entiende con propiedad, de los otros, lo que de
vida en ellos
sensato callar. Quien no
la magnitud de la alegría.
XV.
Ahora, en mis momentos de soledad involuntaria que eran todos,
no
Descolocado quería
estadio vacío. Pero estuve también allí
la soledad fue mayor.
XVI.
Hiere hondo lo que no transgredí y nos sorprende. Hostiga
la imagen del
alarma el corazón.
Abordamos con furia débil el doble filo de la palabra, la
emboscada del
Y miramos en torno a lo que ha
ella no será. Piensa y como boomerang vuelven los
Y la palabra como un hombre abraza, abrasa.
Alquimista nos exige el pensamiento. A canto nos llueven las excusas.
Cómo mirar la nada y hallarte. Confesar la limitada libertad. Decir lo
imposible de amar a plenitud. Nombrar la mediana lealtad ante lo eterno.
Y simplemente es el azar el que sugiere, encontrarte extensiva en el
instante, sin postigos para verte, no sujeta al pasado que te aferra,
dispuesta a desvivirte por
antes estuvo lo perdido, para saberme
trastocar el peso de la ausencia.
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