Vivir 36 horas ‘inadmitido’ en Barajas

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Vivir 36 horas ‘inadmitido’ en Barajas

Fernando explica lo que vio y escuchó en las 36 horas que pasó recluido en la sala de inadmitidos del aeropuerto de Barajas por no llevar una "carta de invitación"
Fue devuelto a Argentina y volvió a España en coche a través de Francia donde entró sin carta
"Todo depende del policía que te toca y de la cara que tengas ese día"
27.09.2010 · Lydia Molina

Fernando Raynaudo tras la entrevista en un parque madrileño. Septiembre 2010.

Una odisea de 36 horas. En eso se convirtió el 22 de julio el viaje de Fernando Raynaudo. Era la cuarta vez que el joven ingeniero de telecomunicaciones argentino venía a España, quería a visitar a unos amigos durante las vacaciones. Fernando bajó del avión confiado, como otras veces. Sus amigos le estaban esperando fuera. Al llegar a la cabina policial mostró, como otras veces, el pasaporte, el dinero, el seguro médico, dijo que el motivo de su viaje era el turismo… Toda la retahíla. Pero esta no fue como otras veces, esta vez lo pararon, le dijeron que tendría que esperar a un abogado porque no tenía carta de invitación y lo subieron a la sala de inadmitidos del aeropuerto madrileño de Barajas. Allí empezaron a pasar las horas, una, dos, tres, así hasta 36. Después lo metieron en un avión de vuelta a Argentina.

Lo peor de la experiencia, asegura Fernando, es que le hicieran sentir como un delincuente. “Te quitan tus pertenencias, cogen tu bolso, eligen lo que tienes que sacar, te quitan la correa del cinturón como si fueses a ahorcar a alguien, te quitan el teléfono, te dicen ‘tenés que apuntar los teléfonos de la agenda que puedas llegar a necesitar’ y te quitan la cámara de fotos, supongo que para no mostrar lo que pasa ahí adentro. La gente se pone muy mal, yo también. Las mujeres lloraban todas, y los hombres insultaban en todos los idiomas. Te tratan como a un delincuente por entrar en España”. En el vuelo en el que llegó la policía paró a otras tres personas por no tener, como él, carta de invitación. “A mí nunca me la habían pedido antes. Después de un rato a dos de ellos les dejaron pasar, sin carta. A un chico que traía las cenizas del padre a España, menos mal, y a una señora que venía a ver a su familia. Yo me quedé con otra chica que iba a ver a su novio. En Barajas todo depende del policía que te toca y la cara que tengas ese día o la que tienes siempre”.

En la sala de inadmitidos el único movimiento es el de los que entran procedentes de los vuelos y el de los que salen para ser deportados a sus países. Durante las horas que pasó en ella Fernando se dedicó conocer sus historias, como la del venezolano que iba con su hija camino a Italia haciendo escala en España al que enviaron de vuelta a Venezuela poco después de conocerse. Algo parecido a lo que le ocurrió a Johanna, una chica embarazada que iba a coger otro vuelo con destino a Francia donde le estaba esperando su novio, o el de una chica de la que no consiguieron saber su nacionalidad que pasó las horas llorando sin que nadie pudiera consolarla porque no había traductor. “Fue lo peor que vi en ese tiempo, la chica lloraba y lloraba. Yo le decía al guardia que de qué país venía para llamar a la embajada y conseguir que alguien hablara con ella, pero no lo sabía. El policía le decía ‘no llorar, traductor venir luego’, como si fuese a entender algo. Se la llevaron de vuelta y delante de mí nadie habló con ella. Allí arriba ni siquiera hablan inglés, llegó un árabe que hablaba inglés y le tuve que explicar yo lo que estaba pasando”, denuncia Fernando.

El recinto está vigilado permanentemente y sólo por las noches abren las puertas de las habitaciones, donde duermen en literas quienes no han podido ser devueltos durante el día. “Tuve que pedir que le abrieran a una chica embarazada para que descansara. Allí tienes que pasar todo el día sentado sin hacer nada. Sólo queda la televisión y dos teléfonos a los que pueden llamarte y puedes llamar si compras una tarjeta de cinco euros que no te da para nada y que tienen que comprarte, no puedes hacerlo tú. Hay un baño para cada sexo que no tiene agua caliente, si quieres ducharte tiene que se ser con agua fría”, describe Fernando. A pesar de que cabía alguna esperanza, sabía que era casi imposible quedarse en España. “La abogada me dijo que el 99,9 por ciento de los que terminan allí son devueltos y eso fue lo que pasó”.

Mientras, desde el otro lado, sus amigos se afanaban en buscar la manera de sacarlo. “Lo llevaron peor que yo, se estuvieron moviendo todo el día, corriendo a todos lados, se la pasaron horrible y están muy indignados. Cuando me llamaban por teléfono se echaron a llorar un par de veces. Yo siempre trataba de demostrar que estaba bien ¿Para qué hacer sufrir a los demás? De Argentina sólo se lo dije a mi hermana que se había quedado atendiendo mi negocio, al resto se lo conté al volver, cuando ya estaba en Buenos Aires”. A sus amigos los llegó a ver en los juzgados, su abogada presentó un recurso que fue admitido a trámite y paralizó por unas horas la vuelta del argentino, sólo por unas horas, una vez ante el juez, y a pesar de los intentos y la documentación que aportaron, ordenaron su devolución.

En verano ha sido noticia la deportación de dos mujeres argentinas de 88 y 72 años ,  pero hay otros muchos casos anónimos. Sólo el año pasado más de 1200 argentinos fueron “inadmitidos” en Barajas. “¿Por qué la gente no lo sabe en Argentina? En los medios no sale, la gente se entera porque alguien se lo ha dicho a otro alguien. Cuando yo lo he contado no lo pueden creer. En Barajas la gente que venía por primera vez decía que no volvería nunca más, es normal. En Sudamérica se les recibe bien y en ese momento todos pensábamos que porqué allá no les hacemos lo mismo, se genera mucho odio”. A pesar de todo, su viaje no acabó del todo en Barajas, días después Fernando ha vuelto a España pero esta vez a través de Francia. “Me quedé muy mal por lo que pasó y mis amigos peor, con la vergüenza de lo que me había hecho su país, así que me compraron un billete a Francia. Allí enseñé mi billete de vuelta y entré sin problemas. En España creen que si no vienes con un itinerario cerrado es porque vas a quedarte, no piensan que haya otra forma de hacer turismo”. Fernando volvió a su país con el mismo billete de vuelta que mostró cuando lo pararon en Barajas en verano. No venía para quedarse.

En sus días de vacaciones ha conseguido hacer lo que dejó pendiente, visitar Barcelona, beber sidra en Asturias, y pasear por Toledo, eso era todo. Dice que poco a poco se ha ido reconciliando con España, pero la inquietud no se la ha quitado nadie.  Mientras estaba aquí nos contaba: “Ahora tengo miedo de que me pidan la documentación por más que tenga la visa de turista, el miedo a que me paren lo tengo, no tengo nada que esconder, pero después de la experiencia… Trato de no llevar mochila y no llamar la atención. En España hay que buscar otras formas de buscar a las personas que entran ilegalmente pero no criminalizar a todo el que viene de fuera”. No lo pararon.

Las 36 horas las ha descrito en una carta que ha movido a través de las redes sociales.”No me podía guardar todo eso para mí. Quiero que se sepa lo que me pasó a mí y lo que le pasa a todos los hermanos de otros países, que sepan cómo nos han tratado”.

En primer lugar me quiero disculpar ante las excelentes personas que tengo como amigos y conocidos en España. Muchos de ellos mejores personas que muchos argentinos, o que mucha gente del país que sea. No es una reacción motivada x la bronca, ya que el minitour de 3 días y una noche con visita a “su señoría” incluida me salió barato, ya que mi gran amigo Pachi prácticamente me regaló el pasaje.

El fin de este mail no es ofender ni fomentar el odio racial hacia un país, tampoco detener las atrocidades cometidas dado que esto parece imposible. Lo primero que hay que hacer es informar. De vez en cuando sale a la luz algún que otro caso, como la mujer que no pudo ver a sus nietas.

La triste verdad es que, todos los días, suceden numerosos casos, iguales a este con suerte. Antes de seguir, no sea cosa de que te canses de leer, ya mismo te digo, si no tienes pasaporte de la comunidad europea, no vayas a España, ni siquiera hagas escala para ir a otro país europeo. Aunque tengas la famosa carta de invitación, aunque tengas pasaje de vuelta y 3000 euros para gastar, no hagas que un avión te baje en España, porque sólo es cuestión de que estos racistas no encuentren 2 o 3 compañeros de vuelo en una situación peor que la tuya para que te devuelvan a tu país, no importa de dónde venís, y no importa si vas a Roma, París, o Ámsterdam, tienen la obligación de deportar 2 o 3 de cada país por día y lo harán.

Ya lo dijo un policía no tan malo, no me dejó pasar por el free-shop cuando me llevaba al avión, pero no era racista. El mismo reconoce que “al gobierno le sale caro deportar a alguien que se queda a vivir o trabajar ilegalmente”, por lo tanto comete estas atrocidades para amedrentar y ahorrarse algunos mangos, aunque violen los tratados internacionales y los derechos de las personas inocentes.

Como le pasó a Silvia, salió de Buenos Aires a ver a su novio, un español, hace tiempo no lo ve, él le regaló el viaje, está ansiosa por encontrarse con él, pero lamentablemente para ella el policía eligió dejar pasar a España al joven que iba a tirar las cenizas de su padre al cual también estuvieron a punto de deportar. El policía ahora no tiene dudas de que Silvia tiene claras intenciones de entrar de forma fraudulenta a España, trabajar ilegalmente y quedarse a vivir durante 30 años ilegalmente en España (la cabeza no le da para otra cosa al pelado inútil). Desde ese momento ella atravesará una serie de pasos, oirá una mentira tras otra, le dirán que esperan un abogado que debe presenciar la entrevista para que sea legal entonces sí podrá pasar, pero ya no hay nada que hacer, el policía la eligió y pasará el resto del día en el “hotel” del aeropuerto, no verá su valija, le quitarán su teléfono y otras pertenencias que al que vigila el “Hotel” se le antojen y volverá en el próximo vuelo al lugar de donde vino. Ella llora y llora todo el día, habla y habla por teléfono con su novio, los dos no paran de llorar, alguien llama a la embajada, los policías les dicen a los de la embajada que si llega la famosa “carta de invitación” la dejarán pasar. Para obtener la carta hay que pedir cita, te la dan para dentro de varios días, el avión sale antes.

Este caso parece increíble, y que hay del venezolano que viaja frecuentemente a Italia a ver a su hermano, nunca tiene problemas, pero esta vez decide llevar a su hija, como debe comprar dos pasajes en vez de uno, compra un vuelo con escala en España para abaratar costos, grave error. Ahora él y su hija están en la misma situación que Silvia, pero parece tener una ventaja. En Italia, parece que se puede obtener la famosa “Carta de Invitación” en el día, y por suerte esta se puede hacer llegar por fax al aeropuerto. Si llega la carta te dejaremos seguir a Italia le dicen a él también. Las horas pasan, la carta está en italiano, los policías no tienen tiempo de obtener una traducción oficial. Ni siquiera viajaba a España, pero él y su hija vuelven de España a Caracas.

¿Se puede poner peor la cosa?
Johanna está embarazada de varios meses, vive en Buenos Aires y su novio trabaja en distintos lugares del mundo, ahora está en Francia, le compra el pasaje a su novia y comete el grave error. El policía tiene la certeza de que con panza bebé y todo ella va a trabajar ilegalmente, se quedará ilegalmente varios meses y dará a luz ilegalmente en Europa. Yo le digo, ya en el Hotel, “mirá que los policías me dijeron que ellos avisaban a la aerolínea que yo estoy acá para que guarden la valija. Y es mentira! AirEuropa llamó al número que yo dejé en la valija para avisar que la valija estaba extraviada. No sabían que yo estaba acá. Si vos hacías escala para ir a Francia, capaz que estos animales dejaron que tu valija se vaya a Francia”. Johanna les preguntó a los policías si estaban seguros de que su valija iba a volver con ella a Argentina, ella tiene medicamentos importantes en la valija. Los policías le dicen “quédate tranquila que la Aerolínea está avisada, aquí nunca perdemos la valija a nadie”. Por supuesto, Johanna llegó a Buenos Aires conmigo. Su valija no apareció. El vuelo de Madrid a Francia era con otra aerolínea y AirEuropa no tiene la más puta idea de donde mierda está su valija.

Repire un poco antes de seguir leyendo.

Pero ¿qué pasa cuando la víctima de racismo no habla español?
“Alguien habla inglés?” pregunta el policía a los huéspedes del “Hotel”. Con mucho esfuerzo le explico al extranjero que las habitaciones del “Hotel” sólo se abren de noche, que puede realizar llamadas telefónicas siempre y cuando tenga dinero encima, y que si está en el “Hotel” va a volver al lugar de donde vino, no hay nada que hacer. No importa si viene de un largo viaje y lleva 30Hs sin acostarse. Las habitaciones se abren de noche.

La hindú no tuvo tanta suerte, nadie entiende su idioma, nadie la puede ayudar, nadie consigue que logre llamar por teléfono. El policía le dice, “No llorar! Traductor, venir luego! Ella por supuesto sigue llorando.

Antes de que realmente digas “Basta! No leo más!” tenemos el caso de los dos niños venezolanos que viajan solos con un permiso, la madre los recogerá en el aeropuerto. Pero parece ser que el permiso se perdió en algún lugar del camino desde el avión a la oficina del policía, no importa, en el “Hotel” hay camas, lástima que su madre no tiene reserva en el “Hotel”, no sólo no los podrá llevar a su casa en España, ni si quiera podrá entrar a verlos, ni a calmarlos ni a consolarlos. Se podría reenviar el permiso por fax, pero por supuesto, en el departamento hacer algo lógico está prohibido. Ellos deberán volver a Caracas.

Pero ¿tanta gente?
La tía de Shirley fue a visitarla a Paraguay, y la convenció de ir a conocer España, sólo la tía llegará a su casa en España. No importa si Shirley trabaja, estudia, y a demás es dueña de una Boutique en San Lorenzo, Paraguay. Al policía no le cabe ninguna duda, la sudaca viene a España porque en su país se muere de hambre.

Elva y otro flaco llegaron de Guinea Ecuatorial. Este destino no tiene vuelos frecuentes, deberán pasar cuatro días sin ver su equipaje, sin cambiarse los calzones, y si se quieren duchar el agua sale bien fresquita.
Elva tiene sus dos hijos en España, su permiso de residencia venció y cometió el error de ir de vacaciones fuera de España. El policía sabe que los hijos de Elva no necesitan una madre sudaca y delincuente, ella puede pagarse el viaje a Ecuador su país natal, o será devuelta a Guinea Ecuatorial donde tampoco tiene residencia legal.

El uruguayo, la chilena, la que iba a Portugal sólo por cuatro días, otra paraguaya, siete brasileros incluyendo una madre con dos niños pequeños, una madre con su niña, otra argentina más desde San Luis con su niña, una señora que iba de Marruecos a Francia, familia tipo venezolana, y de cuantos me estaré olvidando. Todos ellos cometieron el error de ir o hacer escala en España.

Con un pasaporte en regla bastará para entrar en Francia, Italia, cualquier país menos racista, de cumplirse con los tratados internacionales en vigor, los españoles deberían exigirnos los mismos requisitos que les exigimos nosotros a ellos, presentar un pasaporte válido, nada más.

A ellos no les importa que, en realidad, en muchos de los casos, el que pagó el viaje es alguien que vive y trabaja legalmente en España, a veces mismísimos españoles que ven cómo el esfuerzo de mucho tiempo de trabajo se va a la basura, además de sentir la vergüenza de ver como su país tiene este comportamiento racista, el cual desconocían hasta este momento.

Ella le compró el pasaje a su hermana venezolana, hace años que no la ve, junto con su marido y su dos niñas. Ella llora y pregunta, “¿pero por que?, ¿por qué no los van a dejar pasar?”, y yo le digo “me gustaría que exista un por qué, pero no lo hay”. El teléfono del “Hotel” suena y suena, no sabemos para quién será el llamado, así que hacemos de telefonista un rato cada uno, e intentamos explicarles a los que están del otro lado, a veces a metros en el aeropuerto esperando al ser querido, lo que ni nosotros entendemos, lo van a mandar de vuelta de donde vino, los van a mandar de vuelta de donde vinieron.

Quizás viendo a través de las cámaras que vigilan el “Hotel” cómo los niños que hablan diferentes idiomas, sin entenderse ni una sola palabra, son capaces de compartir, jugar, divertirse, ser amistosos y cordiales entre ellos sin importar de qué país vienen ni por qué fueron a parar allí, estos policías bestias pudiesen aprender algo. Pero el policía no mira las cámaras, disfruta más “leyendo la mente de los sudacas que no tenemos trabajo y nos morimos de hambre en nuestro país y vamos a allá a cometer delitos”.
“¿Te gusta el hotel?”, le pregunto a la pequeñita venezolana, “Si!” me contesta, mientras juega y se divierte con la niña que habla portugués (supongo que era de Brasil, nunca le entendí nada).

Pero todos estos casos, son los acontecidos durante el 2010?, en toda España?
NO! Esto es una parte, de lo ocurrido en 36Hs, un una sola de las 4 terminales, de uno solo de los más de 15 aeropuertos internacionales de España.

Fuente: http://periodismohumano.com/migracion/vivir-36-horas-inadmitido-en-barajas.html

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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Eso ya pasó, ahora son los españoletes que los que están comiendo mierda y han salido nuevamente a buscar "el dorado". Propongo que se les pague con la misma moneda, "ojo ppor ojo diente por diente" (dice la palabra de Dios)

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