Lápiz y Papel
Suele suceder durante alguna conversación, mientras saboreo el café de la tarde. A veces, cuando hablo por teléfono o estoy en clase. Un trozo de papel ocre, la esquina de la página del cuaderno de notas, un sobre viejo del banco; cualquier superficie de celulosa sirve para las acometidas del lápiz o las huellas de tinta de la estilográfica. Trazo garabatos sin darme cuenta.
Pueden ser cuadrículas asimétricas o una lluvia de flechas. Anillos que se repiten una y otra vez , creciendo desde el punto de origen. Espirales que a ratos parecen olas , colas de gato, probablemente retoños de origen vegetal.
Pocas veces inicio las líneas con un motivo definido en mente.Es sólo dejar que la mano viaje, sólo dejarme ir despacio y perderme por unos segundos en el movimiento y en la magia de las figuras.
Aquella noche sin embargo, de las espirales nacieron caracolas sobre el papel rosa fuerte, casi magenta, de la libreta. Yo estaba allí , dibujaba en procura de organizar las palabras que tenía atoradas en la garganta. Luchaba para no dejar que el malestar de lo incierto hiciera más daño, ya tenia bastante con los destrozos del hacer errático de aquel hombre. Era doloroso mirarle a los ojos sin poder decirle lo que en realidad quería expresar. Hablé y hablé una andanada de sin sentidos. Lo verdadero, lo real, lo mantuve callado.
El tiempo se agotó … Las caracolas quedaron abandonadas sobre el mesón azul de la cocina.
Elsa Sanguino
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