El sismo y la casa.
No, no hubo terremoto. Ni siquiera un leve temblor que moviera las lámparas pero la casa esta patas arriba. Es la fase final, la más difícil quizás, de una transformación necesaria y urgente que inicié hace unos meses
Luego de tres semanas cruciales con obreros, tierra, humo de soldadura y antialérgicos, me queda la tarea de escoger, clasificar, reubicar y/o desechar el contenido de esta casa-taller.
Guardar para más tarde cualquier cosa con la idea de utilizarlo para “algo” es tan fácil. Luego es tarea de titanes deshacerse de lo acumulado. A ratos me provoca contratar un camión y hacer caída y mesa limpia.
Sacarlo todo.
Dejar desnudas las paredes.
Escuchar el silencio de una casa vacía
Elsa Sanguino
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