Verdades Lapidarias

Todo tiene un inicio y un final. A veces el final se precipita. En otras ocasiones es lento, cual agonía de enfermo terminal. El paciente boquea por una oportunidad. Convulsiona. Permanece estable por unas horas, unos días y vuelve a recaer, hasta que fallece. Esa es la dinámica de la mayoría de las relaciones. Bueno, no todas, pero si de un alto porcentaje.

Por lo general si es la mujer quien decide terminar la relación , lo hace de un golpe. Un ¡ya no más! basta para dar al traste con la torta y las velitas (cuando las hubo), los querubines, los ratos placenteros, los calcetines sucios en la lavadora, las cuentas por pagar y las promesas.

Los hombres, no todos pero la gran mayoría, no terminan las relaciones de cuajo a menos que tengan un plan B, un colchón seguro, un clavo que saque al clavo anterior. Trapecistas veteranos pero con red de seguridad. Especialistas en terrorismo de pareja, tácticas de guerrilla doméstica, hacen lo indecible por llevar al hartazgo a la fémina de la cual se quieren deshacer. No diferencian entre una mujer, un vasito plástico o una servilleta de papel. Los pretextos… todos los habidos o ninguno, igual da. Que sea ella la del “hasta aquí llego” doloroso. Fue ella, no yo, es su cantinela, para negar su 50% y así emprender con su cara bien lavada y sin un ápice de culpa o responsabilidad la nueva expedición “amatoria”.

RAIMA, caricaturista venezolana, en una imagen y cuatro líneas retrata a la perfección esa historia.

caricatura Raima

Elsa Sanguino

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