Pequeños Lugares






Siempre buscamos grandes obras, lugares exóticos para copar la retina, o palabras grandilocuentes que, dichas desde afuera, acallen los gritos de nuestro fuero interno: la intuición.

Vamos por la vida a la carrera, obsesionados por un futuro que quizás no llegue y lamentamos en silencio un pasado borroso que ya no existe.

Con los cinco sentidos casi anestesiados, malbaratamos las horas y los dias, para luego -al caer la noche- esconder los miedos bajo la cobija.

Pretendemos ser exitosos, pero calibramos nuestros exitos dependiendo de la mirada del Otro, de la pretensión ajena y calificamos como infructuosa toda acción que no arroje resultados tangibles a nuestro favor.

Somos mercenarios de la vida.

Nos equivocamos una y otra vez. Realizamos acciones y vomitamos palabras como niños que repiten una lección que aprendieron mal y deben corregir.

Sí, enmendar es necesario para que la muerte no nos sorprenda de madrugada y el dibujo de nuestra historia quede a medio trazar.

Empecemos por abrir los ojos para detenernos en los pequeños lugares que nos rodean. Allí, en cualquier sitio de lo cotidiano, hay colores, luces y sombras que vale la pena percibir.

Elsa

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